La oficina de Mauricio

Mauricio estudió Ciencias Políticas en la misma facultad que yo. Él tuvo mejor tino al estudiar una buena carrera y no la mediocre licenciatura en relaciones internacionales que yo elegí, y cuyo plan de estudios terminó siendo una moda del TLC salinista.
Mauricio aprovechó la maquina copiadora de la oficina donde hacía su servicio social, para fotocopiar libros de Bukowski. Convenció a más de un amigo suyo, de que la literatura puede ser chida.
Ahora trabaja en una oficina de contabilidad, y a veces nos convoca para una típica carne asada norteña -quesadillas, arrachera, muslos de pollo, botana, música y cerveza-. Son buenas reuniones en las que Fausto -egresado de la carrera de letras -habla de cine y libros-, Mauricio habla de música y libros, Miguel -jurista- quema puertas de madera y habla de libros, y yo trato de seguirles el hilo.
Todavía no me hago a la idea de estar en un rincón detrás de cervecería, en los límites de Monterrey Ciudad Mascota y San Nicolás, en una zona que es más de bodegas y empaquetadoras de carne. Pero siempre hay rincones para cada uno. Recordarlo nos ayuda a sobrevivir.